Hoy en día morir por culpa de un rayo es 37 veces menos probable que hace cien años – y no es porque haya menos tormentas que hace un siglo. Según Pinker, se debe a diversos factores que muestran las implicaciones del progreso humano: somos capaces de realizar mejores predicciones meteorológicas, estamos más educados y concienciados en los temas de seguridad y hoy en día cada vez más gente vive en las ciudades – donde hay pararrayos.
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