Hace ya muchos años que la Isla de Pascua no es una isla, es una metáfora: la una civilización tan obsesionada con la gloria y la ostentación que, tras talar más 20 millones de palmeras y agotar cada ápice de suelo fértil, provocó una catástrofe ecológica que diezmó a la población y convirtió la Isla en una roca solitaria dejada de la mano de Dios. Sin embargo, conforme mejor conocemos los detalles de su historia, menos cuadra con la visión que solemos tener de ella.
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