Investigadores de la Universidad Curtin, en Australia, fueron los encargados de buscar el meteorito que entró a la atmósfera el 27 de noviembre pasado y que estaba enterrado en el lago Eyre, en el sur del país. Para eso, se valieron de un dron y de otros elementos de precisión. El objeto bien merecía el esfuerzo, ya que tiene 4500 millones de años. Según detalló The Sydney Morning Herald, al entrar a la atmósfera pesaba 80 kilogramos, que se redujeron a solo 1,7 cuando fue hallado.
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