En el mundo desarrollado, la casi universalidad en el acceso a internet, especialmente a los más jóvenes, ha universalizado también el acceso al porno. Semejante volumen de información, vídeos y fotografías ha hecho que los gustos sexuales reales a menudo se asemejen con los que se ven en la red, y los roles sociales del porno (que es ficción, a fin de cuentas) también se trasladen a la sociedad.
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