En noviembre de 1937, un aldeano de Lussac-les-Chateaux (Vienne), en el sur de Francia, encontró objetos paleolíticos en la cueva de La Marche. Se los mostró a su vecino, Léon Péricard, quien comenzó las excavaciones allí y pronto anunciaron que había encontrado losas con dibujos grabados. En estos grafitos de hace más de 15.000 años aparecen hombres, mujeres y niños que visten como nosotros, con ropas, calzado y sombreros.
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