El médico Gary Slutkin pasó una década combatiendo la tuberculosis, el cólera y la epidemia del SIDA en África. Entonces regresó a los Estados Unidos, país que él creía a salvo de las brutales epidemias mortales. Pero entonces empezó a observar con más detenimiento la violencia armada, constatando que su propagación sigue los patrones de las enfermedades infecciosas y contagiosas. Una aproximación que da la vuelta a un problema que demasiadas comunidades habían aceptado como un hecho. Vídeo de 14 minutos
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