Al finalizar la Primera Guerra Mundial, una enorme flota alemana -la potencia derrotada- estaba fondeada en un fondeadero en las Islas Órcadas, un archipiélago al norte de Escocia. El almirante al mando de la flota en Scapa Flow, Ludwing von Reuter, ordenó el hundimiento de las 74 naves que formaban la flota, interpretando erróneamente un titular del periódico, que le hizo creer que los ingleses iban a reanudar los ataques. "El metal sumergido es muy útil para la industria espacial porque fue forjado mucho antes de la primera explosión nuclear"
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