Con la cabeza y el corazón llenos de sueños, versos y poemas, mucho más que sus bolsillos, vacíos y castigados por la pobreza, el cordobés Pedro Serrano falleció ayer en las dependencias del Hospital de Cabueñes a los 63 años. La pasión por la poesía fue una vía de escape para un hombre que vivió diez años en las calles de Gijón, sin techo, y forzado, en ocasiones, a tener que refugiarse del frío en un nicho del cementerio de Cabueñes
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