La propuesta sobre el nombre del Everest no se aceptó de inmediato, sino que se debatió durante mucho tiempo. Se evaluaron otros nombres para el pico y la cosa se alargó. En propio George Everest tuvo tiempo, durante ese periodo de discusión, de dar su opinión. Se mostró contrario a que la montaña llevara su nombre porque los nativos tendrían problemas para pronunciarlo. Veía más lógico que se le diera un nombre local.
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