Hace unas semanas, el 9 de julio de 2015, un grupo de submarinistas buceaba frente a las costas de un pequeño pueblo turco cuando se encontraron con algo extraordinario. Una inmensa esfera de más de cuatro metros de diámetro suspendida a 22 metros de profundidad y que resultaba casi invisible. Intrigados por el hallazgo, los autores subieron la grabación a Internet en busca de consejo. La esfera, relataban, tenía una textura muy suave y gelatinosa y la experiencia del encuentro había sido una mezcla de entusiasmo y miedo.
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