Una flor de cardo perfectamente conservada se halló incrustada en el interior de un mango de hacha de unos 3.000 años de antigüedad. En julio del año pasado los aqueólogos que trabajaban en un recién descubierto yacimiento en la Bahía de Morecambe, al noroeste de Inglaterra, fueron alertados del hallazgo, por un aficionado con un detector de metales, de una serie de artefactos a unos 11 kilómetros de distancia
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