Hoy cuesta creerlo, pero hubo un tiempo no demasiado lejano en el que media humanidad cayó presa de una obsesión inextinguible: el Tetris. Creado en 1984 por Alexey Pajitnov, el videojuego se introdujo en los hogares de todo el mundo con un sigilo letal. A principios de la década de los noventa su dominio era incontestable. Hordas de niños, adolescentes y adultos pasaban horas a sus mandos y recorrían los rincones de su memoria en busca de figuras geométricas que encajar.
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