El documentalista Vitaly Mansky, nacido en la ucraniana Lviv, se introdujo en 2000 en el gabinete de Vladímir Putin y le siguió a todas partes con su cámara. Ahora, esos vídeos, reunidos para un documental más de veinte años después, encajan perfectamente con la situación actual. No solo por la cantidad de colaboradores que empezaron con él para abandonarle (Chubais ha sido el úlitmo), dejar el país o morir en extrañas circunstancias, sin por su configuración de una fuerza take-it-all que aspiraba a no tener oposición.
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