«Oye; yo herí a aquel; tú mataste mi perro. Es la guerra, es la revolución, es la vida. Dime que me puedo morir». El amigo sintió volcársele en el pecho toda su ternura, vaciarse de amor a un semejante y deseó aquella ingenua muerte. Deseó ser aquel hombre volado por las moscas, resquebrajado ya en el último quicio de la vida, a punto de hundirse con la más hermosa de las muertes.
|
etiquetas: maría teresa león , cuento , alberti , el mono azul