En aquellos mismos días Reagan había autorizado otro tipo de operación secreta, pero no a petición de la CIA, sino del Departamento de Estado (Exteriores). El programa se ocupaba de Mauritius (Isla Mauricio). El problema surgió cuando los asesores de la Casa Blanca, no muy duchos en Geografía, filtraron el nombre, no de Mauritius, sino el de un país con un nombre similar, Mauritania.
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