Una semana después de obtener una sangrienta victoria sobre el ejército ruso en la Batalla de Borodino, las tropas de Napoleón Bonaparte entra en la ciudad de Moscú, sólo para encontrarse con la ciudad evacuada, no había señales de civiles ni del ejército del zar por ningún lado. Moscú era el objetivo principal de la invasión francesa; pero una ciudad desierta, sin oficiales que negociaran una paz y sin reservas de alimentos o botín que saquear, por los soldados franceses, se hacía poco atractiva tras el largo camino que habían realizado.
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