Aunque no es tan conocido como los conciertos de Johnny Cash en las prisiones de Folsom y San Quintín, el concierto de James Brown en Rikers Island en 1972 calmó igualmente las crecientes tensiones y mostró la humildad del artista en la cima de su carrera. A principios de 1972, Rikers Island había experimentado grandes disturbios. Las condiciones inhumanas y el hacinamiento habían provocado un motín en el que resultaron heridos 75 reclusos y 20 guardias. El ambiente posterior a los disturbios era una “olla a presión”.
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