Hasta el siglo XVI los vampiros protagonistas de las leyendas europeas no bebían sangre. Esta característica se popularizó con las epidemias de cólera, difteria, sífilis, peste, viruela, tifus y demás enfermedades infecciosas. En aquel entonces no se sabía que las producían microorganismos y se explicaban con supersticiones. Los primeros afectados por una enfermedad eran considerados vampiros. Por eso, para evitar que se levantaran cuando volvieran a la vida, les enterraban con una hoz en el cuello, la cabeza entre las piernas o una gran...
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