El fotógrafo ruso, Sergey Anashkevych, descubrió lo maravilloso de las salinas de Crimea al cruzar por allí en tren. Sostiene que cuando vio ese paisaje, le pareció un sueño. Fue así como decidió volver y explorar los diversos colores -su intensidad sobre todo- en contraposición con esta parte de vida colonizado por formas de vida extremas. Un paisaje precioso y a la vez inquietante.
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