Algunos vinos, sobre todo los jerezanos pero no solo ellos, se desarrollaban en largos viajes transoceánicos. Lo que podríamos llamar crianza en barco dio lugar a todo un estilo de vinos del que quedan recuerdos difusos y algún vestigio. Viajaban durante meses, incluso hasta más de un año, en las bodegas de los barcos de vela camino de América o de Filipinas. Los vinos iban en botas, toneles o bocoyes haciendo de lastre o estiba en los barcos.
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