En el París de 1898, a lo largo del mes de julio, tuvo lugar una competición singular. El Automobile Club de France organizó una especie de concurso para averiguar cuáles serían los vehículos más adecuados a la hora de substituir la tracción animal en las populosas calles parisinas.En total se presentaron once coches eléctricos y uno movido por combustible refinado del petróleo. Curiosamente, en este último caso, aunque el vehículo se mostró ágil y rápido, fue descalificado porque no cumplía una de las premisas básicas del concurso.
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