Si alguien te pidiera que te imaginaras al diablo, probablemente la imagen que te vendría a la mente sería la de un demonio con un tridente en la mano. Sin embargo, durante cientos de años, el diablo cristiano no aparecía en el arte religioso. Cuando eventualmente hizo su aparición, era azul y no tenía ningún cuerno ni pezuñas.
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