Era el 6 de abril de 1945, la guerra estaba finalizando y Alemania se lanzaba a la desesperada, intentando revertir una situación que ya era insalvable para el bloque del Eje. La tecnología alemana había avanzada con el trascurso de la pugna y los submarinos nazis contaban con un nuevo sistema de inodoros de alta presión, el cual irrumpía –aunque tarde- para hacer más sencilla la necesidad al baño, que hasta entonces resultaba ser una molestia.
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