Llega el silencio, el visual y el sonoro. Una butaca consigue que abandones tu insulsa existencia terrenal. Aunque la sala sea digital y ni Alfredo ni Totó estén proyectando los rollos a mano, los primeros instantes de una película se viven como si estuvieras en 'Cinema Paradiso' y alguien activara el mecanismo del séptimo arte. Nuestro acercamiento a la experiencia cinematográfica es distinto en cada caso, pero todos nuestros cerebros se teletransportan ante la gran pantalla.
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