Todos hemos querido volar alguna vez. Unos por pura diversión, otros para llegar a algún lado. La mayoría, simplemente para escapar. Antonio Altarriba voló el 4 de mayo de 2001 arrojándose al vacío desde una ventana de la cuarta planta de la residencia en la que estaba internado. Nos lo dice Antonio Altarriba, hijo de Antonio Altarriba, en las veinticuatro viñetas que componen el prólogo de El arte de volar, uno de los cómics más perfectos en lo formal y también en lo emocional que el que estas líneas escribe ha tenido la fortuna de echarse a l
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