Muchas civilizaciones antiguas, desde la japonesa y la china a la hebrea o la griega, no conocían el color azul. Deutscher menciona la Odisea de Homero, en la que dice que el mar era del color del vino o del bronce y, aunque las descripciones de los objetos son detalladas y brillantes, los colores en general son escasos. El azul no existe en toda la obra. Deutscher concluye que no es que no tuviesen una palabra para el azul, es que probablemente tampoco veían ese color como tal.
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