Hace un par de días cogí un tren para volver a Madrid. El tren se retrasó un montón así que decidí pedirme un Glovo para que, cuando llegase yo a casa, tan tarde ya, llegase también mi cena. Mi cena también se retrasó, ¡vaya día! La diferencia es que cuando un tren se retrasa, reclamas a la empresa y te devuelven el dinero. Cuando tienes un problema con Glovo, la empresa sabe cómo escurrir el bulto: echándole (más) mierda a sus trabajadores.
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