(...) En 1892, Emma Eckstein visitó la consulta de Freud para poner remedio a sus abundantes hemorragias menstruales, su ligera depresión y su dolor de estómago crónico. El caso fue calificado de una histeria que precisaba de psicoterapia, y Freud achacó los síntomas a una masturbación excesiva. Pero el padre del psicoanálisis decidió experimentar con nuevos métodos. Cuidado.
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