La industria a menudo equipara la descarga ilegal con el robo, es decir, con un acto ante el que la gente debería sentirse culpable. Sin embargo los millones de descargas que se realizan a diario no indican eso, más bien lo contrario. ¿A qué se debe entonces que los usuarios no tengan esa sensación de culpa? Unos científicos en Australia creen haber encontrado encontrado la respuesta.
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