Siendo siete los Eternos con los que jugó Neil Gaiman para la creación de Sandman (aquí, reseña de su primer volumen) es una idea muy tentadora la de dar vueltas a la misma idea que dio lugar a aquella obra genial del cómic. Si alguien pudo conjurar y atrapar a Morfeo, ¿por qué no hacer lo mismo con algún otro de sus hermanos? Y siendo así, ¿cómo no optar al mismo objetivo de quien capturó al rey del Sueño y tratar de poner a su servicio a Muerte? Esa es la premisa de La chica que quería ser muerte.
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