El palacio de Chambord es todo un símbolo del esplendor de la monarquía francesa. Fue construido a partir de 1519 por el rey Francisco I, nefasto monarca en lo político (perdió las cuatro guerras que emprendió contra España y hasta estuvo preso en Madrid), pero gran mecenas renacentista. A él debe Francia numerosas obras de Leonardo da Vinci, a quien contrató y quien se dice que pudo participar en el proyecto de este palacio y sobre todo de la grandiosa escalera principal. Sin embargo, el rey nunca lo vio terminado y apenas pasó en él 72 días.
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