Aunque apenas quedan restos porque fue "una auténtica chapuza", Madrid tuvo a partir del siglo XVI una cerca que ejercía —entre otras cosas— de barrera para contener enfermedades. El primer perímetro lo estableció Felipe II en 1566, tras una peste que mató a 10.000 personas en Zaragoza. Pero no llegó a completarse en su reinado y fue su nieto, Felipe IV, quien la terminó.
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