Anteriormente era bastante común que enterraran a las personas que tenían catalepsia, pues cómo este estado puede durar desde horas a días, los familiares decidían sepultar al ‘difunto’. Una vez enterrado, la persona sufría la agonía de morir sofocado por la falta de oxígeno, pues por lo general se encontraban a 3 metros bajo tierra.
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