La mayor parte de las aves cantoras se ajustan a patrones de canto más o menos estables. Cantan lo que aprenden, imitan lo que les rodea. Pero los mirlos no se conforman con repetir lo que oyen y gustan de explorar las posibilidades de su voz. Por eso, a diferencia de otras especies, no hay dos mirlos que canten igual. En los campos españoles podemos escuchar alguna de las más complejas composiciones musicales de la naturaleza. Cada mirlo desarrolla su propia canción que, cuando esté acabada, repetirá durante toda su vida.
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