Hemos llegado al punto, completamente delirante, de que las “industrias culturales” se conciben de forma generalizada como un fuerte motor económico. Cuando más del 60% de las empresas culturales no tiene asalariados y el 93% tiene menos de 5. El sector cultural es un entorno laboral precarizado donde mucha gente sobrecualificada tolera alucinantes niveles de miseria laboral y explotación. Es una caricatura de un proceso generalizado. Durante muchos años la degradación del trabajo, la imposibilidad de formar una familia o la emigración...
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