"En una España con índices de analfabetismo terribles circulaba de mano en mano y la gente confiaba en ellos", asegura Pascual. Estos calendarios fueron como agua de mayo para una sociedad agrícola que necesitaba saber no sólo si llovería al día siguiente, sino qué pasaría a meses vista para planificar las tareas del campo. Su popularidad hizo que surgieran numerosos imitadores, aunque de los dos originales sólo ha sobrevivido 'El Firmamento', cuyos derechos heredó la familia de Castillo tras su muerte.
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