En aquellos años el curso comenzaba avanzado el mes de octubre. Dos compañeros argentinos se pasaron todo el de 1981-1982 lamentando que le hubieran concedido el Premio Nobel de Literatura a Elias Canetti. Cuando el 22 de octubre de 1982 leímos en El País el artículo que celebraba el premio concedido a Gabriel García Márquez, los dos compañeros de clase me propusieron que utilizara la amistad que aparentemente me unía al profesor de Literatura Hispanoamericana para organizar un acto de desagravio a Jorge Luis Borges.
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