Cuando alguien fallece, todas sus fotos y publicaciones de Facebook, archivos de Dropbox, cuentas de Google, correos electrónicos de Outlook... no desaparecen, pero en muchos casos quedan inaccesibles. Conscientes de esta realidad, los gigantes de Internet han empezado a prestar atención a la muerte de sus usuarios y poco a poco van añadiendo a sus servicios opciones específicas relacionadas con las defunciones.
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