En la desembocadura de la ría de Bilbao, en los acantilados de Tunelboka y la playa de Gorrondatxe, hay una acumulación de más de seis metros de altura de sedimentos oscuros que desde hace tiempo han llamado la atención de los geólogos. El primero que se fijó en ellos fue el británico Gordon J. Knox, que pasó por este lugar en la década de 1970 cuando trabajaba para la compañía Shell e identificó erróneamente los depósitos de la playa como cenizas volcánicas.
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