Me parece muy buena idea que haya aparecido en domingo el artículo de Elvira Lindo sobre los amigos que hemos dejado caer a Plácido Domingo. Es el día de la homilía. Y de la monserga buenista. No es que me mencione directamente, pero ya se han ocupado de recordármelo los tuiteros. Se supone que he sido un servil halagador. Y que ahora he lanzado la primera piedra. No me reconozco en la primera categoría. Y si he arrojado una piedra, lo habré hecho cuando Plácido Domingo ya estaba sepultado con más rocas sobre su lecho que la pirámide del sol.
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