El 2 de junio de 1453, Álvaro de Luna era decapitado en Valladolid por orden del rey, Juan II de Trastámara, al que había apoyado y apuntalado en el poder durante casi cuatro décadas. Concluía así el periodo en el poder los Luna, una familia de la baja nobleza que llegó a regir el destino de Castilla. Fue un personaje controvertido en su época, y sigue siéndolo en la historiografía. Su ascenso fulgurante al poder le granjeó amistades, alianzas y riqueza, pero también enemigos. Pero comencemos por el principio.
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