Caminar por este sector de la ciudad resulta placentero. En algunos puntos de la carrera 45 aún repican los cánticos tangueros al ritmo del bandoneón. Los más antiguos moradores, en su conversación, recuerdan las historias en los bares de la Medellín tanguera de principios de siglo. En la década de 1930, Manrique se convirtió en un ejemplo latente de la “verraquera paisa”. A él llegaron hombres y mujeres de distintos municipios, atraídos por el auge industrial que vivía Medellín.
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