En el verano de 1937, una bebé de nueve meses fue escondida con las manos atadas tras un arbusto en una colina en el sur de Inglaterra. Anthea Ring, ahora de 80 años, ha pasado la mayor parte de su vida preguntándose por qué la dejaron allí para morir y quiénes eran sus padres. Ahora, gracias a los avances en genética por fin tiene algunas respuestas.
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