La quema de libros se concibió como un “ejercicio educativo”, ahí la participación del secretario nacional de Educación, Antonio Luna. El diario falangista “Arriba” del 2 de mayo glosaba el acto en un comentario titulado “Letras de humo” en el que decía: “Con esta quema de libros también contribuimos al edificio de la España, Una, Grande y Libre. Condenamos al fuego a los libros separatistas, liberales, marxistas; a los de la leyenda negra, anticatólicos; a los del romanticismo enfermizo, a los pesimistas..."
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