El martes pasado en muchos lugares del mundo se pudo vislumbrar un cuerpo brillante recorriendo el cielo. En una sociedad supersticiosa, la aparición de cometas era signo de malos augurios y se relacionaba rápidamente con los desastres venidos o por venir. Que no hayamos relacionado este cuerpo brillante con la Covid se debe a Edmund Halley. Este astrónomo investigó en los documentos que había un cuerpo que aparecía regularmente y, ayudado con los cálculos de Newton, supo que ese cometa volvería en 1758: la ciencia venció a la superstición.
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