Lo que llevó a Mohamed Salah a dar el salto al fútbol europeo, más que un mérito, fue un desastre. La tragedia de Port Said, concretamente. El primer día de febrero de 2012, en El Cairo, un puñado de aficionados del Al-Masry a los que les faltaba más de una neurona asaltaron en la conclusión de un partido a los hinchas de su acérrimo rival, el Al-Ahly. El incidente provocó la muerte de 74 personas y otras mil resultaron heridas. Tras el esperpento, la liga egipcia decidió bajar el telón indefinidamente.