Esto último le ocurrió a Kevin Love mientras jugaba en los Cleveland Cavaliers, pero no fue el inicio de un problema, sino el final. Había padecido depresión sin tratar hasta que tuvo casi treinta años. De adolescente, sufría episodios de inestabilidad anímica que le llevaban a encerrarse en su habitación durante semanas. Sin embargo, nunca buscó tratamiento porque todos sus esfuerzos estaban dirigidos al baloncesto. Cuando hablaron las personas de su entorno, recordaron sus ataques de rabia de niño, sus consejos de que cuidase su salud mental
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