Con temperaturas mínimas que pueden llegar a los 10 grados bajo cero en enero, máximas que apenas superan los 5 grados, y recurrentes nevadas que suelen dejar capas de nieve de entre 30 y 40 centímetros, el invierno en Boston no es ninguna broma. Las fuertes nevadas tan habituales en la ciudad ha dejado tradicionalmente bellas e impresionantes imágenes, especialmente si nos remontamos a las décadas de 1920 y 1930, cuando los inviernos eran más largos y duros que los de hoy, con intensas nevadas que transformaban el paisaje.
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