Fue el cocinero favorito del más sanguinario dictador africano, el asesino de masas ugandés Idi Amin... y sorprendentemente, salió vivo de aquella experiencia. La receta: cocinar bien y no hacer preguntas incómodas. Las mismas que después sí le harían a él: ¿cómo era el monstruo?, ¿es verdad que comía carne humana?
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