Un monje tibetano, entregado a un largo, solitario y meditativo retiro, comenzó a ver una araña que cada día se hacía más grande; por último, su tamaño fue como el del hombre y su apariencia amenazadora. En este punto, el monje pidió consejo a su maestro espiritual y recibió esta respuesta: -La próxima vez que aparezca la araña, dibuja una X en su vientre y luego, tras reflexionar, coge un cuchillo y clávalo en medio de esa marca. Al día siguiente, el monje vio la araña, dibujó la X...